Mucho hemos conseguido desde que aquellas pioneras trabajadoras reivindicaban y pedían igualdad salarial, reducción de la jornada laboral a 10 horas y tiempo para amamantar a sus hijos. Tales reivindicaciones les costaron la vida.
Gracias a pioneras como ellas, nosotras podemos desarrollar hoy día la carrera profesional que hemos elegido sin imposiciones ni cortapisas por razones de sexo o de un papel asignado; con no pocas dificultades y complicaciones, desde luego, pero con la convicción de que nos hace más independientes y libres y más plenas como personas, siempre que todo ello proceda de una elección nuestra.
Y yo, que me dedico a esta maravillosa profesión de arquitecta, me muevo habitualmente en un mundo mayoritariamente masculino (si, todavía mayoritario) en el que no me siento diferente por ser mujer, sino que colaboramos todos a una para resolver los problemas. Y me esfuerzo por ser cada día mejor arquitecta, sin pensar si soy hombre o mujer.
En mi mundo, poco a poco voy viendo más mujeres en las obras en los diferentes oficios que las componen, pero todavía hay muy pocas mujeres pintoras, fontaneras, electricistas….y no entiendo por qué, y no dejo de pensar que a veces somos nosotras mismas las que nos ponemos las limitaciones.
La conciliación con la vida familiar es la asignatura pendiente que tenemos que conquistar ahora. No vamos a tener libertad tampoco si tenemos que elegir entre una profesión o una familia.
Queda mucho por hacer.
Desde luego que en la manera que he podido desarrollar mi profesión ha sido fundamental el apoyo que he recibido de las personas de mi familia, de mi marido y mi hijo en especial, pero no hubiera sido posible ejercerla sin mi absoluta convicción – terquedad según algunos – desde los 12 años de que quería ser arquitecta, aún cuando algunos y algunas me decían que era una profesión de hombres y que no había mujeres arquitectas y yo preguntaba:
¿Y por qué?.
Más tarde me enteré de que sí había mujeres arquitectas. Hablaré de algunas de ellas en otra entrada posterior.
Esta entrada está dedicada también a mis amigas arquitectas, que afortunadamente pensaron lo mismo que yo.
Como cada 8 de Marzo, mi homenaje personal a Mamen.